UNIVERSIDAD NACIONAL
DE ROSARIO
Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura
Instituto Tecnológico
en Diseño e Innovación
Taller de Ergonomía

Ergonomía

infancia y adolescencia




 

Latinoamérica está compuesta por poblaciones diferenciadas en cuanto a rasgos biológicos, sea por regiones geográficas o por niveles socioeconómicos originados en el mestizaje “europeo - indígena - negro” que, en distintas proporciones, es común en nuestros países.
 

Los Seres Humanos formamos parte de una especie biológica conocida como Homo Sapiens, que cuenta con un conjunto de caracteres que la diferencian de las otras múltiples especias, de las cuales las principales son la locomoción bípeda y liberación de las extremidades superiores, dando lugar al desarrollo de la habilidad de la coordinación sicomotriz para el trabajo manual y la posesión de una memoria con capacidad reflexiva y analítica. Estos factores se complementan con la facultad de la comunicación articulada y, en conjunto, constituyen cualidades que brindan esa inmensa creatividad propia del ser humano. Se trata de un grupo que, en ese sentido, presenta caracteres unitarios frente al vasto mundo biológico que lo rodea.

Sin embargo, una mirada al interior de nuestra propia especie, nos mostrará una gran diversidad de los individuos que la componen. En efecto, nos encontramos frente a la diversidad de aquella unidad específica.

Tales características de unidad y diversidad son atributos de la inmensa mayoría de los seres vivos, ya que constituyen una de las fuerzas que les brindan las posibilidades de subsistir y evolucionar de acuerdo a los cambios mesoambientales. El proceso evolutivo se logra por medio del patrimonio genético y el medio ambiente. Podría decirse que los elementos genéticos originan individuos que el medio ambiente se encarga de tamizar, propiciando la proliferación de unos y la desaparición de otros, proceso conocido como selección natural. 
 

La tecnología actual y, en especial, los avances de la medicina, han modificado considerablemente el curso de la selección natural, haciendo posible la supervivencia de muchos individuos que, de otra manera, habrían fenecido.
 

Históricamente, los mecanismos de la evolución se han encargado de formar agrupaciones de individuos con cierto número de caracteres similares. Éstos son, algunas veces, los más adecuados para responder óptimamente a las exigencias de su medio ambiente; otros, al parecer, no tienen mayor trascendencia.

Como ejemplo, pueden mencionarse algunos casos referidos a la presencia de ciertos caracteres morfo estructurales peculiares dentro de algunos grupos humanos. Es el caso de la talla sistemáticamente baja de los pigmeos, el de la estructura corporal espigada o ectomórfica de los nilóticos, o el de la notable diferencia en la proporción tronco – extremidades entre lo grupos nórdicos y amerindios, solo por mencionar algunas de las muchas características diferenciales entre grupos humanos.

Sin embargo, estas diferencias no solo existen entre un grupo humano y otro, sino que también se dan y, en ocasiones más acentuadas, entre los propios individuos que integran cada grupo, considerándolos como caracteres típicos de acuerdo a su frecuencia mayoritaria en las poblaciones. 
 

Es de interés este asunto, ya que las características y composición demográfica de la población infantil a la que va dirigida nuestra atención, muestra también esa diversidad a la que nos hemos referido.