EDUCAR PARA LA HIGIENE SONORA EN LA ESCUELA

Ing. Federico Miyara, Prof. María Victoria Gómez,
Prof. María Susana Flores, Prof. Lorena Lorenzo

 

1. Introducción

A pesar de que la tecnología actual proporciona cada vez más soluciones al problema de la emisión sonora indeseada por parte de diversos dispositivos, vehículos o instalaciones, diversos informes señalan que el ruido ambiente va en continuo aumento, particularmente en las grandes urbes así como en las proximidades de carreteras, aeropuertos y aerovías. Algunas de las posibles causas son el hecho de que las técnicas de control de ruido implican necesariamente un mayor costo financiero (que ni la industria ni los consumidores están dispuestos a afrontar), y el incremento exponencial de la cantidad de fuentes de emisión sonora parásitas y no parásitas. Sin embargo, existe otra razón oculta tanto o más importante: la supina desinformación que reina en la mayor parte de la sociedad sobre la cuestión del ruido, incluyendo lo referente a sus causas, sus efectos perjudiciales sobre el hombre y el ambiente, y sus soluciones. Esto conduce, entre otras cosas, a un comportamiento social negligente en cuanto al cuidado del ambiente acústico por el cual los individuos no sólo se permiten generar ruidos do nivel elevado sino que aceptan sin quejas y hasta de buen grado el ruido ajeno, ya sea individual o colectivo.

A lo largo de la historia remota y reciente, el enfoque más difundido para atacar este flagelo ha sido el de la legislación, estableciéndose en general diversos tipos y grados de infracciones y sus respectivas penas (multas, clausuras, etc.). Sin embargo, muy rara vez se legisla en el sentido de crear condiciones adecuadas para el cumplimiento espontaneo y voluntario de lo que prescribe la ley.

Uno de los mecanismos más efectivos para crear esas condiciones es, a nuestro entender, la educación. A través de ella es posible informar al individuo acerca de diversos hechos, así como inculcarle principios y hábitos de cuidado ambiental; en nuestro caso especifico (aunque sin limitarse a él), correspondientes al ambiente acústico.

Hay dos tipos básicos de educación: la sistemática, impartida en el ámbito de una institución escolar como parte del currículo de los estudios formales, y la asistemática, proporcionada fuera del ciclo escolar de una manera menos formal, generalmente aprovechando los medios de comunicación masiva. En este trabajo se enfoca la educación sistemática, quedando para un trabajo posterior la educación asistemática.

2. El ruido: un estímulo perjudicial

Diversos estudios han señalado en forma inequívoca que el ruido (sonido no deseado), aun si es de baja intensidad, afecta negativamente al ser humano en su actividad física e intelectual, así como en el esparcimiento y el descanso. Además de ocasionar simplemente molestias, las cuales de persistir pueden llegar a favorecer estados de estrés, el ruido produce otros trastornos como por ejemplo disfunciones digestivas, aumento de la presión arterial, taquicardias, perturbación del sueño, secreción anormal de hormonas, alteraciones del sistema inmunológico, interferencia con diversas actividades, reducción de la inteligibilidad de la palabra, etc. (Berglund et al., 1995). Cuando el nivel sonoro promedio con carácter laboral supera los 80 dBA, el riesgo de padecer hipoacusia (disminución auditiva permanente) se vuelve estadísticamente significativo (ISO 1999/90). En el caso de los niños y jóvenes, este riesgo no sólo es mayor sino que además se profundiza invadiendo además el área del aprendizaje y la cognición. En efecto, diversos trabajos han comprobado peores rendimientos escolares a corto y a largo plazo en el caso de niños expuestos al ruido en la escuela con respecto a aquellos que asisten a escuelas o aulas más silenciosas (Moch, 1986). También puede incidir negativamente en la formación de su personalidad, estimulando tendencias violentas (Navarra,1997).

3. La educación ambiental en el marco de los derechos del niño

De acuerdo con la Constitución Nacional de 1994 todo habitante de la Nación Argentina goza del "derecho a un ambiente sano y equilibrado" (Constitución de la Nación Argentina, artículo 41,1994), y ello incluye, desde luego, al ambiente acústico.

El niño, abarcando bajo esta denominación también al adolescente, según la Convención sobre los Derechos del Niño (Constitución de 1a Nación Argentina, 1994) no sólo no está excluido de este derecho, sino que además debe recibir educación sobre higiene ambiental y debe inculcársele el respeto por el medio ambiente natural (Convención sobre los Derechos del Niño, artículos 24-2-e y 29-1-e). Si recordamos que esta Convención tiene rango constitucional, esto significa que el Estado Nacional está obligado a garantizar no sólo la provisión de un ambiente sano sino además la educación ambiental requerida para asegurar que la sociedad, a través de los individuos que la componen conozca las pautas para su cuidado y preservación. En otras palabras, el ambiente sano está indisolublemente ligado a la educación sobre su higiene o profilaxis. Es aquí donde se articula el proyecto descripto en este trabajo.

4. Tomar conciencia del sonido como estímulo sensorial

El primer paso hacia la higiene sonora es para el niño comenzar a prestar atención al sonido en sí mismo. En casi toda su experiencia previa, el sonido ha representado un medio para intercambiar información, un elemento intermediario para conectarse con el entorno y con sus pares. Es necesario estimular al niño a que descubra que hay muchos más sonidos en el ambiente que los que en general se perciben conscientemente. El cerebro está dotado de una notable capacidad de clasificar y filtrar la información auditiva irrelevante. Se trata aquí de "desactivar" intencionalmente ese filtro, prestando atención a cada uno de los sonidos que constituyen el entorno sonoro.

La actividad propuesta con este objetivo es la realización de escuchas activas, primero en el aula, luego en otros lugares de la escuela, y finalmente durante excursiones y paseos programados especialmente o concurrentes con otra actividad. La consigna será guardar silencio y prestar atención a la mayor cantidad posible de sonidos (vehículos, personas y sus actividades, animales, música, instrumentos musicales, máquinas, viento), tomando nota (oral o escrita según el nivel de los niños) de cada uno de ellos. Luego se compararán las listas obtenidas por cada alumno y se compilará una lista que reúna todos los sonidos escuchados. Esta actividad debe plantearse como juego. No debería imponerse el silencio en forma compulsiva, sino aprovechar los casos de niños que no puedan evitar hablar o producir ruidos como simples ejemplos adicionales de fuentes sonoras.

Otro aspecto importante consiste en la clasificación de los sonidos en función de diversas cualidades. Esto tiene como uno de sus objetivos la identificación de sonidos potencialmente perjudiciales para la audición y otros aspectos de la salud y el bienestar. El otro objetivo es mejorar la percepción del sonido en todas sus dimensiones. Así, se pondrá énfasis en aquellas propiedades más fácilmente apreciables: la altura (grave/agudo), la intensidad (fuerte/débil), la duración (largo/corto/impacto), algunas características tímbricas (brillante/opaco, percusivo/no percusivo, áspero/suave). En algunos casos puede haber diversos criterios para la clasificación, dando lugar a interesantes discusiones.

5. Conceptualizaciones sobre el aparato auditivo y la audición

Las conceptualizaciones son útiles en todos los niveles, con la dosificación adecuada a cada caso. Podemos brindar a los alumnos conceptualizaciones en los campos de la anatomía, de la física, de la percepción y de la patología, entre otros. Si bien para su descripción las hemos separado, en la práctica es conveniente en muchos casos exponer conjuntamente los conceptos relacionados.

5.1. Conceptualizaciones anatómicas

En el caso de los niños pequeños (jardín de infantes) es posible hacer observaciones anatómicas acerca de las partes visibles del aparato auditivo: la oreja, el orificio del canal auditivo y el trago, aprendiendo a nombrarlas y a ubicarlas. También es posible comparar la audición con otros sentidos, como la vista y el tacto, y establecer diferencias y similitudes. Una diferencia muy importante con la vista es que es casi imposible no escuchar (así como no oler). No existen medios efectivos para "cerrar" el oído completamente, característica que lo torna muy vulnerable. Este es un hecho a tener muy en cuenta para la higiene sonora.

Los niños mayores comprenderán fácilmente la existencia del tímpano. En aquellas escuelas que cuenten con servicio médico, sería interesante y muy instructivo que, con la ayuda del médico, hicieran observaciones directas del tímpano mediante el otoscopio (instrumento óptico para observar el canal auditivo).

Más adelante puede hablarse del aparato auditivo completo Existen láminas en colores, muy vistosas, que muestran la anatomía del oído (en general disponibles en comercios especializados en audífonos o laboratorios que producen medicamentos otológicos). Hay que hacer notar a los niños que aun cuando esas ilustraciones presentan una imagen de gran tamaño, el tamaño real es muy pequeño, lo cual hace que el oído sea un órgano muy delicado.

Básicamente, el oído está formado por tres partes: oída externo (oreja y canal auditivo), oído medio (tímpano y tres pequeños huesos denominados huesecillos), y oído interno, formado por la cóclea, cavidad en el cráneo con forma de caracol. Las dos primeras partes cumplen funciones de conducción del sonido hacia el oído interno, donde tiene lugar la conversión de las ondas sonoras en impulsos nerviosos que luego el cerebro procesa evocando la sensación de sonido. Las células del oído interno son las más delicadas, dado que son extremadamente pequeñas (en un centímetro caben varios miles de ellas).

5.2. Conceptualizaciones físicas

En segundo lugar encontramos las conceptualizaciones relativas a l física del sonido. Es éste un campo bastante abstracto, en general reservado para los niños de los últimos años de la enseñanza básica. Aquí es interesante el concepto del sonido como vibración de un objeto que hace vibrar al aire, el cual a su vez comunica su vibración al oído. Esta vibración es un fenómeno repetitivo en el tiempo, caracterizado por una cierta cantidad de ciclos por segundo. Esta cifra se llama frecuencia del sonido, y es mayor para los sonidos más agudos y menor para los más graves, Se mide en Hertz (abreviado Hz), es decir ciclos por segundo. Los sonidos audibles tienen frecuencias comprendidas entre 20 Hz y 20.000 Hz.

El concepto de nivel sonoro es fundamental en higiene sonora. Es la magnitud que representa cuán intenso es un sonido. Se mide en decibeles A (abreviado dBA). La Tabla 1 permite tener una idea de los niveles sonoros de algunas fuentes habituales.

Tabla 1. Nivel sonoro (NS) para varias fuentes y ambientes típicos.
FUENTE NS [dBA]
Umbral de dolor 120
Discoteca a todo volumen 110
Martillo neumático a 2 m 105
Ambiente industrial ruidoso 90
Piano a 1 m con fuerza media 80
Automóvil silencioso a 2 m 70
Conversación normal 60
Ruido urbano de noche 50
Habitación interior (día) 40
Habitación interior (noche) 30
Estudio de grabación 20
Cámara sonoamortiguada 10
Umbral de audición 0

 

5.3. Conceptualizaciones psicoacústicas y perceptivas

Otra conceptualización importante se refiere a cuestiones psicoacústicas, es decir cómo se percibe el sonido. Si bien hay aquí muchos fenómenos interesantes, no puede dejar de mencionarse el fenómeno de enmascaramiento. El enmascaramiento consiste en el hecho de que un sonido puede volverse inaudible en presencia de otro sonido diferente pero intenso. Esto tiene importantes consecuencias para la inteligibilidad oral en presencia de ruido. Dado que las consonantes son fonemas comparativamente débiles, son fácilmente enmascaradas por el ruido ambiente, especialmente si éste es intenso. Como, por otra parte, la mayor información de la palabra está contenida en las consonantes, resulta que el ruido interfiere considerablemente con la comunicación oral.

5.4. Conceptualizaciones patológicas

La audición puede disminuir como consecuencia de varios factores. En primer lugar se tienen los problemas conductivos que se relacionan con la conducción de la onda sonora desde la oreja hasta el oído interno. Puede deberse a algo tan trivial como un tapón de cerumen (cera de los oídos), a una perforación del tímpano, o a alteraciones del oído medio (otitis media, endurecimiento de los huesecillos). Estas afecciones son en general reversibles, siendo hoy en día posible, inclusive, sustituir quirúrgicamente algún huesecillo por una prótesis.

En segundo lugar se tienen las afecciones perceptivas o del oído interno. Estas son, en general, irreversibles, ya que se deben a la destrucción definitiva de las delicadas células sensoriales de la cóclea. En este caso sobreviene la hipoacusia.

El mecanismo de destrucción de estas células se cree que obedece a acciones de índole química y mecánica (Berglund et al., 1995), y puede ser repentino (trauma acústico), por ejemplo al exponerse a accidentes auditivas (como explosiones muy cercanas), o gradual. En este segundo caso es el resultado de una exposición reiterada a niveles sonoros bastante elevados durante algunos años.

Una única exposición a niveles sonoros del orden de 90 dBA durante un periodo comprendido entre algunos minutos y unas pocas horas ocasiona un ensordecimiento temporario. Si el ruido no es excesivamente intenso, normalmente la disminución de la audición retrocede al cabo de algunas horas de descanso volviéndose a la normalidad. Si el tiempo de descanso no es suficiente la nueva agresión sonora sobrevendrá sin haberse disipado todavía los efectos de la primera, provocando un recrudecimiento de la lesión.

Dado que hay cierta relación entre la susceptibilidad de una persona y la magnitud de este ensordecimiento temporario, un criterio útil para evaluar la posible pérdida auditiva futura es prestar atención al grado de ensordecimiento temporario que produce la exposición al ruido que luego se repetirá.

6. Experimentos con sonido

Las conceptualizaciones deben ser reforzadas mediante diversos experimentos, para lograr una fijación mejor y más duradera de los conocimientos. La experimentación, además, crea un clima agradable de trabajo. La mayoría de los experimentos detallados a continuación se pueden realizar con materiales de deshecho, de fácil adquisición o de muy bajo costo.

6.1. Sonidos graves y agudos, suaves y fuertes
Objetivo: Que los niños desarrollen cualitativamente los conceptos de altura y de sonoridad.
Materiales: Una caja de cartón grande, un palito para golpear, un triángulo musical o una campanilla pequeña.
Procedimiento: Se pide a los niños que golpeen alternativamente la caja y el triángulo o la campanilla, observando las diferencias entre sonidos graves y agudos. Luego se les hace variar la fuerza de los golpes, observándose las diferencias de sonoridad.

6.2. Enmascaramiento del sonido
Objetivo: Que los niños descubran experimentalmente el fenómeno de enmascaramiento y su efecto sobre la inteligibilidad.
Materiales: Una caja cualquiera de cartón, una ramita seca o un lápiz y dos o tres latas de conserva limpias y secas cargadas con algunas piedras o guijarros.
Procedimiento: Se pide a un niño que deslice la ramita sobre la caja en forma continua haciendo círculos. Se percibe claramente el sonido. Luego, mientras el primer niño sigue con esa actividad se pide a otros niños que sacudan las latas produciendo bastante ruido. El sonido de la rama ya casi no se escucha. Luego se repite reemplazando el sonido de la rama por un niño hablando en voz baja.

6.3. E1 sonido se propaga a través de objetos sólidos
Objetivo: Que los niños descubran que las sonidos se propagan no sólo por el aire sino también por los sólidos.
Materiales: Dos potes de yogur limpios y secos, un clavo mediano y 10 ó 20 m de hilo según el lugar disponible.
Procedimiento: Hacer un pequeño orificio con el clavo en el fondo de cada pote. Introducir una punta del hilo por el orificio y hacer un nudo del lado de adentro de cada pote. Cuando se tensa el hilo, el dispositivo así construido se comporta como un "teléfono". Los niños se turnarán de a pares para hablar y escuchar. Uno de los niños hablará dentro de uno de las potes y el otro escuchará por el otro. El que habla no debe alzar demasiado la voz para evitar que el sonido llegue por el aire.

6.4. Ensordecimiento temporario
Objetivo: Que los niños comprueben que los sonidos intensos provocan ensordecimiento temporario.
Materiales: Algunas latas limpias y secas con varias piedras cada una, algunas cajas medianas de cartón.
Procedimiento: Se divide al grupo de niños en dos equipos. Un equipo será instruido para proteger sus oídos presionando el trago de cada oreja de modo de cerrar el canal auditivo. El otro equipo agitará las latas con piedras y golpeará las cajas de manera de producir bastante ruido durante dos o tres minutos. Luego harán todos silencio y escribirán las palabras que la maestra dicte casi susurrando. Los niños protegidos en general cometerán menos errores que los no protegidos. Para que el experimento tenga éxito los equipos se deben elegir de modo que en igualdad de condiciones tengan rendimientos similares, y además se deben dictar palabras sencillas con ortografía inequívoca. Debe quedar claro que no es una competencia, sino un experimento en colaboración.
Nota: Por su escasa duración este experimento no significa ningún riesgo para los niños. Sin embargo, el maestro debe estar atento a posibles reacciones de rechazo por parte de algún o algunos niños inusualmente sensibles, y suspender de inmediato la prueba en caso de ser así.

6.5. Efecto de les sonidos fuertes sobre el nivel de la voz
Objetivo: Que los niños verifiquen experimentalmente que ante sonidos fuertes hay una tendencia natural a levantar la voz.

Materiales: Un walkman o radio portátil con auriculares, un texto cualquiera.
Procedimiento: Se pide a un alumno que escuche el walkman o la radio con los auriculares. Los demás harán silencio. Comenzando con la música a bajo volumen el alumno irá leyendo el texto con voz normal. Luego e1 docente irá elevando gradualmente el volumen del walkman. Se observará que en determinado momento el alumno que lee comienza a elevar la voz. Continuar aumentando el volumen y luego apagar el walkman, El alumno se encontrará gritando y bajará nuevamente el nivel de su voz.
Nota: En este experimento valen las mismas consideraciones apuntadas anteriormente.

6.6. Las grandes superficies emiten más sonido
Objetivo: Que los niños comprueben el efecto reforzador del sonido de las grandes superficies vibrantes.
Materiales: Un clip, una bandita elástica, una caja de cartón mediana o grande.
Procedimiento: Enderezar un lado del clip de modo de formar una P y doblar en L la parte recta. Cortar la banda elástica y atar una punta en 1a parte redonda. Clavar la punta en L en un lateral de la caja de modo que el lado no enderezado quede hacia afuera. Un niño sostendrá la caja contra la mesa y otro tensará la banda elástica tirando del extremo libre. Un tercero pulsará la "cuerda" así formada obteniéndose un sonido bien audible. Si se retira el clip de la caja y sólo se sostiene con el dedo, el sonido será mucho más débil.

7. Higiene sonora

La Norma ISO 1999 (1990), emitida por la International Organization for Standardization, constituye un criterio para evaluar el riesgo de sufrir hipoacusia de un individuo sometido a ruido. En ella se tiene en cuenta el nivel sonoro promedio del ruido al que se halla expuesto, y los años acumulados de exposición. Aun cuando esta norma está orientada especialmente a exposiciones de carácter laboral, se puede aplicar a otros casos, como por ejemplo la exposición a sonidos recreativos. A modo de ejemplo ilustrativo, la aplicación de este criterio a un disc jockey que se desempeña en una discoteca desde los 15 hasta los 25 años a razón de 10 horas semanales sometido a 105 dBA permite concluir que tiene una probabilidad de 1 en 3 de sufrir una hipoacusia capaz de afectarle la comunicación oral. En otras palabra, 1 de cada 3 individuos en estas condiciones tendrá dificultades para comprender 1a palabra hablada antes de los 30 años. Similarmente 1 de cada 5 individuos que escuchan música mediante walkman 3 horas por día a 95 dBA sufrirán hipoacusia después de 20 años.

Estos ejemplos muestran que la exposición sistemática a niveles sonoros elevado es realmente peligrosa. Es importante remarcar esto en toda instancia educativa ya que de lo contrario se va en camino hacia una generación completa de hipoacúsicos precoces, Así, ya desde la educación preescolar deberían estimularse en los niños ciertos hábitos higiénicos (comparables al cepillado de los dientes) orientados a preservar la audición.

Primeramente, el niño debería desarrollar un rechazo natural a los sonidos demasiado intensos. Los paseos silenciosos mencionados en la sección 4 no sólo agudizan la percepción y la conciencia del sonido, sino que desarrollan el gusto por los sonidos naturales, para cuyo nivel sonoro está adaptado el oído humano. E1 hablar en voz demasiado alta es habitual en los nidos. Seria conveniente acostumbrarlos a hablar a un nivel no mayor que el necesario. Para ello podrían organizarse concursos informales donde resulte ganador el que logre darse a entender perfectamente (sin mímica) con el mínimo nivel de la voz. También deben aprender a proteger sus oídos. Una caminata por una avenida de gran circulación vehicular puede bien servir de excusa para ejercitar el "taparse los oídos". La protección obtenida al taparse 1os oídos con las manos ahuecadas es imperfecta, siendo mucho más efectiva la que se logra presionando con el dedo índice el trago (protuberancia cartilaginosa por delante del canal auditivo, figura 1). Dado que los niños suelen tener las manos sucias, no es recomendable que introduzcan los dedos adentro del canal auditivo debido al peligro de infecciones. Los clásicos "algodones en los oídos" son otra posibilidad a explorar en aquellas actividades en las que se requiera tener las manos libres. Debe cuidarse sin embargo que los niños no intercambien los algodones, ni que se los vuelvan a colocar después de caídos al piso, para evitar infecciones o contagios.

Esquema de una oreja Figura l. Ubicación del trago frente a la abertura del canal auditivo externo. Presionándolo se puede proteger el oído frente a sonidos o ruidos intensos.

Los niños mayores y los adolescentes deben ser advertidos de los peligros de la música a alto volumen. Es muy importante tener en cuenta que a igual nivel sonoro, la música más bella produce igual daño que un ruido cualquiera. E1 cerebro los distingue, pero el oído, que es quien experimenta la lesión, no. Como se ha visto, un elemento particularmente nocivo lo constituye el walkman. Dado que éste se utiliza en cualquier ambiente, y dado que el nivel sonoro del ruido ambiente puede ser considerable, el usuario tiende a subir el volumen para enmascarar ("tapar") dicho ruido. Como resultado, el nivel sonoro de la música es ajustado, en promedio, unos 20 dB por encima del ruido ambiente, por lo tanto si el walkman se utiliza al pasear por una calle céntrica cuyo ruido ambiente promedia los 75 dBA, el escucha tendrá en sus oídos 95 dBA de música.

También debe advertirse acerca del peligro que conlleva la detonación de elementos de pirotecnia. A distancias cortas o en ambientes cerrados o semicerrados como patios o balcones, el nivel sonoro en e1 instante de la explosión es extremadamente alto, resultando potencialmente muy lesivo para el oído. Igual observación cabe para los disparos de armas de fuego.

Una visita a alguna institución de niños hipoacúsicos podría ilustrar de un modo patente la naturaleza del peligro al cual se exponen ante agresiones sonoras como las marcadas, aunque la organización de tal visita debería ser sumamente cuidadosa, poniendo énfasis en otros objetivos educacionales como la integración con grupos minoritarios, la solidaridad, etc. Nunca debería utilizarse este tipo de actividad con carácter exhibicionista o para estimular temores infundados en los alumnos.

La profilaxis sonora deberá contemplar no sólo la protección individual sino también la social o comunitaria, y es éste un buen elemento a tener en cuenta al diseñar algunas prácticas en asignaturas con contenidos cívicos de los años superiores de la instrucción secundaria o polimodal. La detección de focos de contaminación acústica es relativamente simple aun sin instrumentos de medición. Podría asignarse a los jóvenes la indagación sobre legislaciones aplicables (ley de tránsito, ordenanzas municipales sobre ruidos molestos, excesivos, etc.), la consulta a las entidades de aplicación de las diversas normas jurídicas, la búsqueda de antecedentes periodísticos en hemerotecas, de antecedentes jurisprudenciales, de estadísticas de medicina laboral, etc. También podrían establecerse comparaciones con otras formas de contaminación ambiental. Todas estas pequeñas investigaciones, además de motivar fuertemente a los alumnos (no debe olvidarse que el adolescente es por naturaleza contestatario e hipercrítico social, por lo cual ve con agrado las actividades que ponen en evidencia problemas de la sociedad), contribuyen a hacerlos conscientes de los problemas que ocasiona el ruido.

8. Experiencia preliminar

Se realizó una prueba piloto de algunas de las propuestas anteriores en tres instituciones educativas de Rosario: la Escuela Provincial de Danzas "Nigelia Soria" (EPDNS), la Escuela Provincial No 773 Pablo A. Pizzurno (EPPAP), y el Centro de Estudios de Tecnología Artística (CETeAr), que forma Técnicos de Sonido. En el primer caso (EPDNS) la prueba se realizó en el marco de la asignatura complementaria "Música". Por tratarse de alumnas de una escuela de nivel secundario se les brindó información específica sobre la audición y sobre 1os efectos de los niveles sonoros elevados, así como sobre higiene sonora. Como trabajo grupal se realizó la escucha activa en el patio de la Escuela, en donde el nivel sonoro era razonablemente bajo. Allí pudieron escucharse los sonidos naturales, de los que cada participante tomaba nota. También se contó con un medidor de nivel sonoro (decibelímetro), lo cual despertó el interés de las alumnas. Se midió el ruido ambiente en la calle (una calle relativamente angosta con gran circulación de colectivos). La repercusión fue buena, trasladando los conceptos incorporados a sus actividades recreacionales (asistencia a bailes, por ejemplo), habiendo quedado sensibilizadas respecto al tema al punto de lamentar haber olvidado llevar protectores auditivos a la discoteca. Las alumnas fueron posteriormente evaluadas mediante un cuestionario sobre e1 tema, con resultados satisfactorios.

En el segundo caso (EPPAP) la experiencia se realizó en dos divisiones de 4º grado turno tarde. Se realizaron paseos por el barrio. Los alumnos identificaban numerosos sonidos. Al pedírseles que los clasificaran se observaron algunas confusiones en la identificación de 1as categorías fuerte/suave o agudo/grave, lo cual demuestra que han recibido, fuera de la Escuela, poca estimulación al respecto. E1 experimento sobre enmascaramiento surgió espontáneamente durante el paseo. Los niños comprobaron que en e1 centro de una plaza podían hablar entre ellos aún a cierta distancia, mientras que junto a una avenida de gran circulación (y por lo tanto mucho ruido) no. Vinculado con esto, se observó que algunos alumnos se apartaban algo del grupo para perder escuchar mejor. Posteriormente se les pidió que indicaran qué sonidos les hacían sentir bien (hojas secas al pisarlas, pájaros silencio, pasos sobre el pasto) y cuáles mal (chillido del loro, chirrido de la roldana de la bandera, ambulancia, birome contra el vidrio, vidrios que se rompen). Por simple intuición los niños identificaban los sonidos no agresivos para el oído (sonidos neutros, suaves y no muy agudos) como placenteros, y los muy agudos o intensos como desagradables. En otras palabras, instintivamente rechazaban las sonidos potencialmente perjudiciales para el oído. Durante el paseo pasó cerca un tren haciendo sonar su bocina. Una alumna que pertenecía a ese vecindario comentó que durante la noche el tren "suena más fuerte". Los pequeños comenzaron así a reflexionar sobre el sonido. Algunos descubrieron por sí solos que la flauta dulce contralto es más grave que la soprano por ser más larga.

Se propuso también un juego consistente en construir instrumentos de percusión y luego crear colectivamente una obra improvisada para percusión (cabe destacar que en esta escuela no hay maestra especial de Música). Cuando el nivel sonoro se hacía elevado, a algunos niños (especialmente a 1os que les gusta cantar y escuchar música) les producía rechazo.

Queda pendiente en estos grupos mostrar el medidor de nivel sonoro y realizar mediciones en diversas circunstancias. También se ha programado la visita a bibliotecas públicas para recabar mayor información y otras referencias complementarias sobre el oído, la contaminación acústica y sus soluciones. También se prevé realizar charlas informativas para docentes de la Escuela, aprovechando que en la misma existe un horario semanal destinado a reuniones de trabajo entre los docentes para discutir diversas inquietudes e iniciativas.

La tercera experiencia (CETeAr) fue también valiosa. Se trata de alumnos de la última adolescencia y adultos, muchos de los cuales trabajan ya como disc jockeys o en servicios de sonido en vivo. Les resultó particularmente interesante en relación con su propio riesgo a1 estar expuestos laboralmente a ruidos intensos. Les interesaba saber cómo protegerse, y admitían que los niveles reinantes en 1as discotecas y otros locales bailables son exageradamente altos, desalentando la comunicación oral.

9. Conclusión

La experiencia realizada muestra que los individuos en general, especialmente 1os niños pequeños, rechazan espontáneamente los sonidos agresivos para el oído. Los niños mayores se van acostumbrando a ello (Miyara, 1997), llegando a aceptar e inclusive a requerir grandes potencias sonoras. Esto confirma la hipótesis de que hace falta comenzar a despertar el interés y el espíritu crítico en relación con el problema de1 ruido ambiental cuando 1os niños son muy pequeños. También se concluye que el tema resulta atractivo para los diversos grupos de alumnos, alentando a continuar y a multiplicar la experiencia.

10. Referencias

Berglund, Birgitta - Lindvall, Thomas (Eds.). "Community Noise. Document prepared for the World Health Organization". Archives of the Center for Sensory Research, Stocholm University and Karolinska Institute Volume 2, Issue 1, 1995. Hacer click aquí para bajarlo de Internet

Constitución de la Nación Argentina. Compañía Europea de Comunicación e Información S.A., Colección Documentos, Página 12, Buenos Aires, Argentina, 1994

Convención sobre los Derechos del Niño. Organización de las Naciones Unidas, New York, EEUU, 20 de noviembre de 1989 (reproducida en la edición citada de la Constitución de la Nación Argentina, y aprobada a nivel nacional por Ley Nacional No 23.849).

ISO. "Acoustics - Determination of occupational noise exposure and estimation of noise-induced hearing impairment". International Organization for Standardization, International Standard ISO 1999-1990 Geneva, Suiza,1990. Más información

Miyara, Federico. "Ceremonia de iniciación al ruido". Diario La Capital, Rosario, Argentina , 23 de junio de 1997

Moch, Annie. "Los efectos nocivos del ruido". Colección Nueva Paideia, Editorial Planeta, Barcelona, 1986.

Navarra, Gabriela. "Por qué somos violentos". Suplemento Salud del diaria La Capital. Rosario, Argentina, 20 de agosto de 1997 (con publicación simultánea en otros diarios, entre ellos La Nación, Bs. As.).

 

Sobre los autores

Federico Miyara es profesor en la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario. Director-Coordinador del Laboratorio de Acústica y Electroacústica de dicha Facultad. E-mail: fmiyara@fceia.unr.edu.ar

María Victoria Gómez es profesora de Música en la Escuela Provincial de Danzas de Rosario y de la Escuela Municipal de Música de Rosario

María Susana Flores es profesora de EGB en la Escuela Pablo A. Pizzurno de Rosario

Lorena Lorenzo es profesora de EGB en la Escuela Pablo A. Pizzurno de Rosario

 

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