EL EJERCITO DE SAN MARTIN Y LA INGENIERIA ARGENTINA
por Ing. Miguel Werber *

La Ingeniería: su evolución y transformación de oficio a profesión.
Desde la más remota antigüedad, en el pasado de distintas civilizaciones: egipcia, caldeo-asiria, griega, romana, medioevo y renacimiento europeo, se construyeron obras de ingeniería que aún hoy perduran y nos maravillan.
Pirámides, templos, canales de riego, acueductos, fortalezas, caminos, catedrales romanas y góticas, palacios árabes, máquinas bélicas como catapultas y cañones, fueron pensadas, dirigidas y construidas por hombres a quines se llamó ingenieros (del latín ingenium: máquina o artificio mecánico) que realizaron su tarea sobre la base de conocimientos prácticos, sentido común e inventiva personal, pero careciendo en general de una base metódica de conocimiento científico para aplicar a su trabajo.
Aún durante la Revolución Industrial del siglo XVII, origen del actual proceso industrial, hombres ilustres como John Kay, James Watt y George Stephenson, desarrollaron lo que hoy llamamos el “saber hacer” como acumulación de experiencias adquiridas por aprendizaje empírico práctico ya que eran tiempos donde tanto científicos como ingenieros no se preocupaban para que las investigaciones de los primeros fueron aplicadas por los segundos.
Vale decir entonces que durante treinta siglos la ingeniería fue un noble oficio, pero oficio al fin.
Recién a fines del siglo XVIII se produce en Francia la transformación de la ingeniería de oficio en profesión, al crearse en 1794 la Ecole Polytechique de París, con el objeto de inculcar formación básica general de conocimiento científico: matemáticas, sistemas de representación, física y química indispensables a la formación profesional de los futuros ingenieros militares y civiles. Ese fue el punto de partida u origen de nuestras actuales Facultades de Ingeniería.
Creador y primer director de la Ecole fue Gaspard Monge, quien sintetizó sus objetivos en el Programa de la institución: “....es necesario divulgar y enseñar el conocimiento de un gran número de fenómenos naturales indispensables al progreso de la industria. También hacer conocer los procedimientos de las artes y las máquinas con el objeto de disminuir la mano de obra y obtener trabajo más uniforme y de mayor precisión.” Y es así que por mérito de Monge y de un extraordinario cuerpo docente que integraban los científicos Aragó, Berthollet, Fourier, Lagrange, Laplace y Legendre entre otros, que egresaron de la Ecole talentos como Carnot, Lacroix, Poncelet, Prony, etc. –ilustres ingenieros todos ellos- y sobre todo una brillante generación de ingenieros militares que prestaron sus servicios profesionales en el ejército de Napoleón, pasando a la historia con el nombre de “Aguilas Imperiales”, y más tarde a partir de 1812, con la derrota de Bonaparte, emigraron de Francia poniendo su espada y conocimientos profesionales de ingeniería al servicio de los países americanos en la lucha por su emancipación como a continuación veremos.

Ingenieros Militares franceses en el Ejército Libertador.

En enero de 1814 al reemplazar el General San Martín a Belgrano en el comando del ejército del norte escribe en un oficio enviado al gobierno: “Yo no he encontrado más que los tristes fragmentos de un ejército derrotado. Un hospital sin medicina, sin instrumentos, sin ropas y el espectáculo de hombres tirados en el suelo sin poder ser atendidos”.
Pero ya sabemos que para los hombres de coraje se hicieron las empresas y así da comienzo su tarea construyendo en las afueras de Tucumán un campo atrincherado que llamó La Ciudadela para restaurar la fe civil y dar capacidad militar a la tropa según el nuevo modelo europeo. A tal efecto fundó una escuela de matemáticas destinada a preparar ingenieros ya que uno de sus principios era que no hay ejército sin matemáticas y el otro que el soldado se forma en los cuarteles y no en las batallas. Según Ricardo Rojas, todo era nuevo allí como doctrina e igualmente nueva la autoridad de quien la predicaba con el ejemplo, imponiendo la decencia y el estudio.
Pero todavía faltaba algo, y así en 1816 ya desde Cuyo escribe al Congreso: “Ustedes se molestaron en proporcionar los medios para salvar al país, como se fatigaron en averiguar las causas de nuestras desgracias, pero sepa usted que ésas se deben –hablo en lo militar- a que no tenemos un solo hombre capaz de ponerse al frente de un ejército. Busquen en la Francia seis u ocho generales (que en el día de hoy no tienen que comer). Tráiganlos y verán ustedes como todas nuestras operaciones y sucesos varían. Hagamos justicia a nuestra ignorancia y que el orgullo no nos precipite en el abismo”.
Así llegaron al Río de la Plata entre otros Antonio Arcos, Jacobo Boudier, Barón Eduardo Hollemberg, Felipe Bertres, Narciso Parchappe, etc. entre otros, que tuvieron destacada actuación militar, y finalizada la guerra se quedaron en el país prestando sus servicios profesionales y siendo ilustres antecesores de la ingeniería argentina.

Presencia y acción del Libertador Gral. San Martín.

La inmensa personalidad de San Martín tiene facetas que como bien lo señala Ricardo Rojas, exceden al adocenado jinete de las estatuas ecuestres y al genérico prócer de las oleografías escolares. Los resortes morales de su conducta, la amplitud humana de su conciencia, la índole militar de su gesta y el alcance militar de su proeza fueron ampliamente destacados por ilustres historiadores y hombres de letras, que al honrarlo se honraron.
El propósito de este trabajo fue destacar un aspecto colateral de su actuación, que directa o indirectamente, tanto valor y significado tuvo para la ingeniería argentina.
San Martín fue un hombre de su época: un hombre de acción, que sólo cursó estudios primarios porque a los trece años ya andaba en batallas. Pero fue poseedor de un formidable genio que le permitió aprovechar al máximo su educación autodidacta. Las ciencias exactas en general y la geometría en particular fueron según Ricardo Rojas las disciplinas predilectas que templaron su espíritu y forjaron su personalidad.
Guiado por su ferviente amor a la patria e inquebrantable voluntad, casi desde la nada, con muy pocas cosas, cuando llegó el instante de la partida, San Martín puso en marcha aquella enorme máquina de hombres, animales y pertrechos que cruzó los Andes y liberó América, hecho que hay que remarcar sin jactancia pero con mucho orgullo: ¡también es obra de ingenieros!


* Profesor Titular del Departamento de Dibujo de la FCEIA, a cargo de las cátedras Sistemas Gráficos y Sistemas de Representación.