El ruido y los niños

Federico Miyara

Quienes vivimos en las grandes ciudades estamos rodeados de ruido, sin que podamos escapar de él. Poca gente es verdaderamente consciente del peligro del ruido. Cuando no es muy fuerte, puede afectarnos lentamente la salud. Por ejemplo, puede provocarnos alta presión sanguínea, puede alterarnos la digestión o provocarnos estrés. También nos afecta durante el sueño, reduciendo la duración del sueño profundo. Los niños se ven especialmente perjudicados por esto, ya que es durante el sueño profundo que el cuerpo produce las hormonas del crecimiento. Si el sueño profundo se reduce, también se alterará el crecimiento.

Cuando el ruido se vuelve muy fuerte, ya empieza a afectarnos la audición. Un ruido intenso durante un par de horas, puede ensordecernos temporariamente. Si ese ruido se repite y se repite a lo largo del tiempo, el resultado es una disminución definitiva de la audición, o sordera. Esto sucede aunque lo que se esté escuchando sea música. Así, el que acostumbra escuchar la música fuerte, por ejemplo el que asiste a bailes o fiestas en las que el volumen de la música sea muy fuerte, o el que escucha un walkman durante varias horas por día, está expuesto al riesgo de daño auditivo prematuro. Es importante saber que los efectos del ruido son acumulativos.

Además de afectarnos directamente la salud, el ruido nos impide comunicarnos por medio de la palabra hablada. Esto perjudica muy especialmente a los niños, ya que les impide comprender las palabras nuevas o más difíciles, dificultando el aprendizaje. También interfiere con la concentración necesaria para realizar actividades intelectuales como la resolución de problemas matemáticos o la memorización de hechos o nombres.

Por todas estas razones, el ruido es una forma más de contaminación ambiental, a la altura de otras más famosas, como la contaminación del aire o del agua. Como sucede con toda forma de contaminación, es el hombre el principal responsable, y el único que puede tomar la determinación de revertirla. Lamentablemente, en el caso del ruido, desde todos lados nos llegan mensajes directos o indirectos que favorecen la producción de ruido. En las fiestas infantiles, por ejemplo, las animadoras estimulan a los niños a responder más fuerte. Aunque lo hagan con buenas intenciones, para impulsar la participación de todos en los juegos grupales, cuando piden "¡Más fuerte, que no escucho!" están sembrando la semilla del ruido. Los programas de televisión, especialmente los infantiles, están repletos de sonidos y ruidos de todas clases que no permiten ni un instante para pensar en lo que se está viendo. Lo mismo sucede en el cine, donde el volumen siempre es mayor que el necesario para entender lo que se dice. El tránsito por las calles de la ciudad es otra fuente permanente de ruido. Los bocinazos, las innecesarias aceleradas a fondo, son todos elementos que contribuyen a empeorar el ambiente acústico.

En los clubes, en los bares, en los supermercados, prácticamente en todos lados aparecen parlantes emitiendo música funcional a alto volumen. El efecto es tan profundo que hay ya muchos especialistas que afirman que la gente se ha vuelto adicta al ruido. Y debe ser cierto, ya que a muchas personas les cuesta dormirse cuando deben hacerlo en ambientes más silenciosos que lo que acostumbran.

¿Cómo mejorar esta situación? El primer paso es tomar conciencia del problema, informarnos sobre los perjuicios y peligros del ruido, el más invisible de los contaminantes. El segundo paso es tomar acciones individuales que permitan reducir el ruido total. Por ejemplo, no gritar si no es imprescindible, no golpear cosas inútilmente, no escuchar la música o el televisor más fuerte que lo necesario para comprender lo que se escucha. El tercer paso es asumir un papel socialmente más activo en la lucha contra el ruido. Por ejemplo, pedir amablemente que bajen el volumen en un lugar público si la música está demasiado fuerte, o enviar cartas a los responsables municipales de hacer cumplir las reglamentaciones sobre ruido.

El próximo 12 de abril tendrá lugar el Día Mundial de la Conciencia sobre el Ruido, que viene celebrándose desde hace 5 años. Ese día será un día importante para reflexionar acerca del ruido, y entre las actividades previstas está el envío de cartas a las autoridades locales, provinciales y nacionales pidiendo soluciones al problema de la contaminación por ruido. Otra actividad es la de efectuar un minuto de absoluto silencio entre las 14:15 y las 14:16, para apreciar lo que significa aunque sea un minuto sin contaminación sonora.

 

E-mail: fmiyara@fceia.unr.edu.ar
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